El objetivo de una vacuna es generar inmunidad contra una enfermedad estimulando la producción de anticuerpos. 

Algunas vacunas contienen «versiones debilitadas de una bacteria o virus», otras solo una parte de la bacteria, y están aquellas que usan «el material genético de una proteína específica» que hacen que el cuerpo produzca una pequeña cantidad de esa proteína, explica la Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés).

Cómo se produce una vacuna

Para desarrollar una vacuna, los científicos deben pasar una serie de etapas para asegurar que es segura para los humanos. Este proceso contempla normalmente una etapa exploratoria o preclínica, también llamada «fase 0», en la que se realizan pruebas en animales.

Una vez sea comprobado su funcionamiento en animales comienza la etapa clínica en humanos que se divide en tres fases.

Actualmente hay tres vacunas en fase tres del proceso de ensayos clínicos para tratar covid, eso quiere decir que su eficacia y seguridad están siendo probadas en el más amplio grupo de pacientes.
Fase 1

La dosis es probada en un grupo pequeño de personas (entre 20 y 100 pacientes) que no ha sido expuesto a la enfermedad.

Fase 2

La vacuna es probada en un grupo más amplio, de cientos de personas, y se administra a quienes «tienen características (como la edad y la salud física) similares a aquellas para quienes está destinada la nueva vacuna», explican los Centros de Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés).

El objetivo en esta etapa es identificar posibles efectos secundarios.

Fase 3

En esta etapa, miles de personas reciben la vacuna experimental.

Una fase 4 no se descarta, al menos en Estados Unidos, según CDC, para seguir estudiando la vacuna, incluso tras su aprobación.

Proceso de aprobación

Una vez que los creadores de una vacuna puedan comprobar su efectividad, de acuerdo al análisis de resultados, deben someter su producto a un proceso de revisión por parte de las administraciones de los países.

En Estados Unidos, el ente encargado es la FDA.

En Reino Unido se encarga la Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios (MHRA, por sus siglas en inglés)

En México, lo hace la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris).

Y así sucesivamente en cada país.

La Organización Mundial de la Salud ayuda a establecer «rigurosos sistemas de seguridad» para las vacunas y a aplicar estrictos estándares internacionales para regularlas.