En 2017 una declaración conjunta de los relatores de libertad de expresión de la ONU, OEA, OSCE y CADHP, expuso los desafíos de la desinformación para la sociedad. Los expertos se mostraron preocupados y alarmados por tres aspectos particulares.

1. Violación del derecho a la información
La desinformación y la propaganda a menudo se diseñan e implementan con el propósito de confundir a la población y para injerir en el derecho del público a saber y en el derecho de las personas a buscar y recibir, y también transmitir, información e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, que son derechos alcanzados por las garantías legales internacionales de los derechos a la libertad de expresión y opinión»

El riesgo de estas prácticas incluye amenazas a procesos políticos democráticos y los valores propios de la democracia, indica la Unión Europea en un informe independiente publicado en 2018.

La información pública, señalan, «puede ser exacerbada por la forma en la que diferentes audiencias y comunidades reciben, se involucran y amplifican la desinformación».

2. Pérdida de confianza en los medios de comunicación y periodistas

Los relatores expresaron estar alarmados por observar como autoridades públicas «denigran, intimidan y amenazan a los medios de comunicación» a través de calificativos como «medios de la oposición», que «mienten» o que tienen una «agenda encubierta». Esto, según los expertos:

Agrava el riesgo de amenazas y violencia contra periodistas, mella la confianza y la creencia del público en el rol de vigilancia pública del periodismo y podría confundir al público»

La Unesco no recomienda usar la frase «noticias falsas» debido a que asegura, «se ha convertido en un término emocional, utilizado como arma para socavar y desacreditar al periodismo». En cambio recomienda los términos «información errónea», «desinformación» y «desorden de la información».

El término «noticias falsas» o «fake news» se popularizó durante la campaña presidencial estadounidense de 2016, pero la desinformación es un arma propagandística de vieja data.

En 2018, durante las elecciones de medio término en Estados Unidos, la exposición a información engañosa disminuyó en un 5% la confianza de los ciudadanos en los medios de comunicación, según un estudio de la Universidad de Harvard.

Al mismo tiempo, indica la investigación, «el consumo de información errónea se asoció con un aumento de la confianza política» en la sociedad.

Para enfrentar la «guerra de desinformación», las organizaciones de noticias y los periodistas «deben valorar el periodismo ético», enfocarse en obtener y ofrecer los hechos correctos y blindar su oficio con transparencia, expone la Unesco.

3. Instigación a la violencia y discriminación

La declaración conjunta de 2017 también enfatiza que:

Algunas modalidades de desinformación y propaganda podrían dañar la reputación y afectar la privacidad de personas, o instigar la violencia, la discriminación o la hostilidad hacia grupos identificables de la sociedad»

Puede consultar informe completo de los relatores de libertad de expresión aquí.