Es minucioso, ponderado, y, estrictamente, una práctica de ética. El fact checking identifica, examina, investiga, contrasta y verifica enunciados, declaraciones y/o publicaciones que presentan de manera voluntaria, o involuntaria, información infundada.

La Unesco, en su publicación Periodismo, noticias falsas y desinformación, plantea el procedimiento como un «análisis escrupuloso» que busca responder una pregunta básica: «¿cómo sabemos esto?».

La transparencia es el motor de esta herramienta periodística, por ende, el fact checking siempre presenta:

  • Los hechos, y nada más que los hechos. Por lo tanto, opiniones, análisis, evaluaciones y proyecciones son una deformación del oficio. El fact checking no evalúa, solo verifica hechos de interés público.
  • Fuentes fidedignas: cifras, declaraciones preexistentes, registros documentales, audiovisuales y de prensa, o cualquier fuente primaria o secundaria que aporte datos que desmientan infundios o campañas de desinformación.
  • Contexto: las verificaciones son una contribución para crear sociedades informadas y resguardar el derecho a la información.

Un método periodístico de larga data

El término, de hecho, tiene dos significados.

El primero, el «chequeo de datos internos», que emergió en las revistas estadounidenses en 1920, según una publicación de la Universidad de Oxford, para verificar los hechos descritos en los textos antes de su publicación, y «evaluar la veracidad de las declaraciones de políticos, periodistas y otras figuras públicas».

Las salas de redacción solían contratar «comprobadores de hechos», indica la Unesco, para evaluar la solidez de los informes y servir como mecanismo de control de calidad antes de su publicación.

El segundo, el «ex-post» o los chequeos de hechos externos, comenzó a aparecer en Estados Unidos a principios del año 2000. Su función consiste en la publicación de evidencia basada en la precisión de datos y contexto para desmentir declaraciones, informes de noticias u otros discursos públicos.

A partir de 2016 la práctica del fact-checking tomó relevancia en Estados Unidos en ambientes electorales.

Hasta abril de 2020, se contabilizaban 237 organizaciones dedicadas a este oficio en al menos 78 países, según el centro Reporter’s Lab de la Universidad de Duke.